¿Los credos cristianos son realmente una abominación?

Perspectiva de José Smith-Historia #18

Uno de los pronunciamientos divinos más dramáticos que José Smith recibió durante su Primera Visión se refiere a los credos propuestos por los líderes cristianos y los teólogos de su época. Al preguntar a los dos personajes gloriosos, Dios el Padre y Jesucristo, a cuál de las denominaciones cristianas debería unirse, José registró la siguiente respuesta en su relato de la visión de 1838–39:

Se me contestó que no debía unirme a ninguna, porque todas estaban en error; y el Personaje que me habló dijo que todos sus credos eran una abominación a su vista; que todos aquellos profesores se habían pervertido; que “con sus labios me honran, pero su corazón lejos está de mí; enseñan como doctrinas los mandamientos de los hombres, teniendo apariencia de piedad, mas negando el poder de ella” (José Smith–Historia 1:19).

Esta es, desde cualquier punto de vista, una respuesta directa y severa. También es consistente con los relatos que José dejó antes y después de este. En su relato de la visión de 1832, José informó que el Señor le dijo: “He aquí, en este momento el mundo yace en el pecado y no hay quien haga lo bueno, ni siquiera uno. Se han apartado de mi Evangelio y no guardan mis mandamientos; con sus labios me honran, pero su corazón lejos está de mí”1. Más tarde, en 1842, en una declaración que parece haber sido redactada cuidadosamente para disminuir cualquier ofensa a su audiencia pública, José parafraseó lo que aprendió de los personajes celestiales de esta manera: “Me dijeron que todas las denominaciones religiosas creían doctrinas incorrectas y que ninguna era reconocida por Dios como Su Iglesia y reino”2.

Para evaluar la intención detrás del lenguaje del relato de 1838-1839 que hablaba de que los credos cristianos eran una “abominación”, es necesario tener en cuenta una serie de consideraciones. La primera es el escenario histórico de la redacción de este relato. Como ha señalado el historiador Steven Harper, José Smith redactó su historia de 1838 en un momento en que él y otros Santos de los Últimos Días estaban experimentando una amarga persecución. Los problemas de la apostasía de Kirtland de 1837 y las crecientes tensiones que ocasionarían el estallido de la Guerra de Missouri de 1838 sin duda influyeron en el tono defensivo de esta historia3. No es de extrañar que José comenzara su relato refutando lo que él consideraba “muchas noticias que personas mal dispuestas e insidiosas han hecho circular acerca del origen y progreso de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, con las cuales sus autores han intentado combatir su reputación como Iglesia y su progreso en el mundo” (José Smith–Historia 1:1).

Esta circunstancia también explica por qué el tema de la persecución de José en su niñez, como consecuencia de que él les contara a otros sobre la Primera Visión, es prominente en esta narración (José Smith–Historia 1:21–26), un elemento que se minimiza u omite en sus otros relatos de la Primera Visión. Teniendo en cuenta que en el relato de 1838 José parafraseó lo que el Señor le dijo, parece probable que el tono más severo de este relato fue intencionado por parte de José. “En el presente de 1839 de [José] Smith, la persecución dominó su pasado”, escribe Harper.

Había triunfado sobre las turbas y las milicias, y ahora entendía su posición actual como presidente de una nueva iglesia. La combinación del pasado y el presente de Smith consolidó una memoria defensiva y resuelta en la que el informe sobre su primera visión catalizó su vida de persecución. . . . [El relato de 1838-1839 de la Primera Visión] da forma a la identidad [de los Santos de los Últimos Días] como un pueblo perseguido por trascender el cristianismo de credo y acceder a Dios directamente4.

Más allá del escenario y el tono del relato de 1838, está la consideración de los credos que José podría haber tenido en mente específicamente en este relato. Después de todo, durante los muchos siglos de historia cristiana, los cristianos ortodoxos de diferentes tradiciones teológicas han emitido cientos de credos. ¿Hay credos particularmente problemáticos que tal vez José tenía en mente? Derivado del latín credo, que significa “yo creo”, un credo, en su definición más básica, es “una declaración de las creencias compartidas de una comunidad (a menudo religiosa) en forma de una fórmula fija que resume los principios básicos”5. Los Santos de los Últimos Días, quienes afirman que como resultado de la gran apostasía muchos puntos importantes de la doctrina pura de Jesucristo se distorsionaron o se perdieron, han sido tradicionalmente muy suspicaces e incluso a veces abiertamente hostiles hacia los credos ortodoxos de la cristiandad, considerándolos como producto de una época en la que la revelación no estaba guiando las formulaciones de eclesiásticos, tal vez sinceros pero aún así equivocados6.

A veces es el contenido del credo lo que irrita a los Santos de los Últimos Días, como en el caso de la Confesión de Westminster de 1647, que afirma: “Hay un solo Dios vivo y verdadero, que es infinito en su ser y perfección, un espíritu puro, invisible, sin cuerpo, sin partes ni pasiones, inmutable, inmenso, eterno, incomprensible . . . ”7. Esta formulación de la naturaleza de Dios está directamente en contradicción con la creencia de los Santos de los Últimos Días en un Dios encarnado que puede conocerse por revelación y ciertamente no inmutable, sin pasiones (Doctrina y Convenios 130:22–23; Moisés 7:26–31). Sin embargo, lo que incomoda a los Santos de los Últimos Días más a menudo es lo que representan los credos que lo que contienen. Como dijo el propio José Smith: “No puedo creer en ninguno de los credos de las diferentes denominaciones, porque todos tienen en ellos ciertas cosas que no puedo aceptar, aunque todos tienen alguna verdad. Deseo llegar a la presencia de Dios y entender todas las cosas; pero los credos ponen estacas [límites] y dicen: ‘Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante’ [Job 38:11], y esto no lo puedo aceptar”8. Para el Profeta, los credos eran un impedimento para recibir nueva luz y conocimiento de Dios porque restringían innecesariamente a los creyentes en estrechas cajas de dogmas. Como dijo en otra ocasión: “[L]a mayor diferencia entre la forma de pensar de los Santos de los Últimos Días y la de los sectarios era que estos estaban todos circunscritos por algún credo en particular que priva a sus miembros del privilegio de creer cualquier cosa que no esté contenida en él, mientras que los Santos de los Últimos Días… están dispuestos a creer todos los principios verdaderos que existen, tal como se manifiestan de vez en cuando”9.

Portada de una impresión de 1647 de la Confesión de Westminster. Imagen a través de Wikipedia.

Además de todo esto, el académico John W. Welch ha señalado que los numerosos credos del cristianismo protestante que se escribieron y circularon durante los tres siglos anteriores a la vida de José dieron lugar a una mayor “protesta y confusión” a medida que los creyentes se dispersaban en subgrupos cada vez más específicos10. Mientras que las declaraciones de credos en el Nuevo Testamento eran declaraciones personales de testimonio, y los credos principales de los primeros concilios cristianos eran declaraciones institucionales que definían internamente la ortodoxia11, comenzando en la Reforma:

Los credos se convirtieron ahora en declaraciones de creencia, formuladas con el propósito de distinguir y diferenciar un grupo religioso de otro. En los siglos XVII y XVIII, el número de credos aumentó y la verbosidad y complejidad de estas confesiones se disparó. Si bien toda esta postura podría haber sido comprensiblemente necesaria por las fuerzas políticas y racionales que rodeaban a las diversas sectas o denominaciones protestantes, el resultado fue precisamente como lo describe la experiencia de José. La confusión, la disensión y la manipulación interesada caracterizaron gran parte del fervor religioso de su época, estallando en muchos casos (no solo contra los miembros de la Iglesia) en hostilidad, persecución y violencia12.

Welch continúa diciendo: “Para 1820, se habían creado numerosos credos de diversas denominaciones”, sin ninguna señal de detenerse13. Con su lenguaje a menudo muy polémico y sus objetivos estridentemente polémicos, la formulación de muchos de los credos contra los que José habría estado reaccionando coincidió no solo con las sangrientas guerras de religión libradas en Europa, sino también con los “tiempos tumultuosos del Primer y Segundo Despertar a mediados del siglo XVIII y principios del XIX” en América del Norte14. Fue precisamente a causa de estos credos que José creció en un ambiente religioso “de gran confusión y malos sentimientos —sacerdote contendiendo con sacerdote, y converso con converso— de modo que toda esa buena voluntad del uno para con el otro, si es que alguna vez la abrigaron, se había perdido completamente en una lucha de palabras y contienda de opiniones” (José Smith–Historia 1:6). Dado que Jesús mismo proclamó que la contención y la disputa eran del diablo (3 Nefi 11:29), no cabe duda de por qué Jesús habría expresado su pesar y consternación por la forma en que los competidores e intransigentes ministros y profesores de religión utilizaban los credos en los días de José.

El lenguaje crudo del relato de 1838 de la Primera Visión que denuncia los credos como “abominaciones” obliga a los lectores a tomar una decisión sobre la veracidad absoluta de las afirmaciones visionarias de José Smith15. Sin embargo, al mismo tiempo, la mayoría de los Santos de los Últimos Días, aunque están de acuerdo con la evaluación negativa del cristianismo de credos en el relato del Profeta, están ansiosos por abordar este tema con sensatez y con el mismo tipo de imparcialidad que piden a otros cristianos por su creencias. Los Santos de los Últimos Días deben tener cuidado de no tergiversar o malinterpretar lo que realmente dicen los credos ortodoxos16, y mucho menos usarlos como un arma para atacar a los cristianos sinceros de origen católico o protestante. Aunque José Smith fue muy crítico con los credos cristianos, también fue sensible al hecho de que contienen muchas cosas que son verdaderas, que los santos reconocen y aceptan fácilmente en sus propios paradigmas religiosos cuando es apropiado17.

Otras lecturas

John W. Welch, “‘All Their Creeds Were an Abomination’: A Brief Look at Creeds as Part of the Apostasy”, en Prelude to the Restoration: From Apostasy to the Restored Church (Provo, UT y Salt Lake City: Religious Studies Center, Brigham Young University y Deseret Book, 2004), 228–249.

Roger R. Keller, “Christianity”, en Light and Truth: A Latter-day Saint Guide to World Religions, ed. Roger R. Keller (Provo, UT: Centro de Estudios Religiosos; Salt Lake City: Deseret Book, 2012), 230–267.

Joseph Fielding McConkie, “The First Vision and Religious Tolerance”, en A Witness for the Restoration: Essays in Honor of Robert J. Matthews, ed. Kent P. Jackson y Andrew C. Skinner (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 2007), 177–199.

Notas al pie de página

 

1 History, circa Summer 1832, 3, ortografía estandarizada. [Véase aquí la versión estandarizada en español].

8 “Church History”, Times and Seasons 3 , no. 9 (March 1, 1842): 707.

3 Véase Steven C. Harper, First Vision: Memory and Mormon Origins (New York, NY: Oxford University Press, 2019), 13–21. Véase también Alexander L. Baugh, “Joseph Smith in Northern Missouri, 1838”, en Joseph Smith: The Prophet and Seer, ed. Richard Neitzel Holzapfel y Kent P. Jackson (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y BYU Religious Studies Center, 2010), 291–346.

4 Harper, First Vision, 18–19.

5 “Creed”, en línea en Wikipedia.org.

6 Para ejemplos típicos del enfoque tradicional de los Santos de los Últimos Días a la gran apostasía, consulte B. H. Roberts, Outlines of Ecclesiastical History (Salt Lake City, UT: George Q. Cannon & Sons, 1893); James E. Talmage, The Great Apostasy (Salt Lake City, UT: The Deseret News, 1909). Estas obras más antiguas, que están desactualizadas en muchos aspectos en cuanto a aspectos históricos, han sido suplantadas en popularidad y utilidad más recientemente por Noel B. Reynolds, ed., Early Christians in Disarray: Contemporary LDS Perspectives on the Christian Apostasy (Provo, UT: FARMS , 2005); Scott R. Petersen, Where Have All the Prophets Gone? Revelation and Rebellion in the Old Testament and the Christian World (Springville, UT: Cedar Fort, 2005); Tad R. Callister, The Inevitable Apostasy and the Promised Restoration (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2006). Para un tratamiento académico reciente sobre el concepto de apostasía en la tradición de los Santos de los Últimos Días, consulte Standing Apart: Mormon Historical Consciousness and the Concept of Apostasy (New York, NY: Oxford University Press, 2014).

7 The Westminster Confession of Faith (II.I), en Philip Schaff, The Creeds of Christendom (New York, NY: Harper, 1877), 3:606.

8 Discourse, 15 October 1843, as Reported by Willard Richards, [págs. 128-129], ortografía estandarizada.

9 History, 1838–1856, volumen D-1 [1 August 1842–1 July 1843], pág. 1433, ortografía estandarizada. Véase en general, Gary P. Gillum, “Creeds”, en Encyclopedia of Mormonism, ed. Daniel H. Ludlow (MacMillan: New York, 1992), 1:343.

John W. Welch, “‘All Their Creeds Were an Abomination’: A Brief Look at Creeds as Part of the Apostasy”, en Prelude to the Restoration: From Apostasy to the Restored Church (Provo, UT y Salt Lake City: Religious Studies Center, Brigham Young University y Deseret Book, 2004), 240.

11 Para un gráfico que compara los textos de los siete credos post-apostólicos principales, véase “The Post-Apostolic Creeds”, en John W. Welch y John F. Hall, eds., Charting the New Testament (Provo, UT: BYU Studies, 2002).

12 Welch, “’All Their Creeds Were an Abomination’”, pág. 240.

13 Welch, “All Their Creeds Were an Abomination’”, pág. 240.

14 Welch, “’All Their Creeds Were an Abomination’”, pág. 240.

15 Joseph Fielding McConkie, “The First Vision and Religious Tolerance”, en A Witness for the Restoration: Essays in Honor of Robert J. Matthews, ed. Kent P. Jackson y Andrew C. Skinner (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University, 2007), 177–199.

16 Para un planteamiento ejemplar de los Santos de los Últimos Días sobre el Credo de Nicea, que es un blanco de las polémicas populares y a menudo mal informadas de los Santos de los Últimos Días, véase Lincoln Blumell, “Rereading the Council if Nicaea and Its Creed”, en Standing Apart, 196– 217. En esta pieza, Blumell aborda el Credo de Nicea de forma cuidadosa y reflexiva, articulando puntos legítimos y reconociendo al mismo tiempo puntos de convergencia entre este y la teología de los Santos de los Últimos Días. Véase también su entrevista con Laura Harris Hales en “Episode 112: The Council of Nicaea and Its Creed with Lincoln H. Blumell”, en línea en LDS Perspectives Podcast.

17 Discourse, 23 July 1843, as Reported by Willard Richards, pág. 14, transcrito en History, 1838–1856, volume E-1 [1 July 1843–30 April 1844], pág. 1681, así: “¿Los presbiterianos poseen alguna verdad? Sí. ¿Los bautistas, metodistas, etc., tienen alguna verdad? Sí, todos tienen un poco de verdad mezclada con errores. Debemos reunir todos los principios buenos y verdaderos del mundo y atesorarlos o no seremos mormones puros”. Véase además Terryl Givens, “’We Have Only the Old Things’: Rethinking Mormon Restoration”, en Standing Apart, 335–342; Wrestling the Angel: The Foundations of Mormon Thought: Cosmos, God, Humanity (New York, NY: Oxford University Press, 2015), 23–41.