A medida que los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días han estudiado los relatos de la Primera Visión de José Smith desde hace muchas décadas, particularmente el relato canonizado en la Perla de Gran Precio, han llegado a conocer que la visión hace varias contribuciones doctrinales importantes a la restauración1. En un devocional mundial para jóvenes adultos en 2016, el élder Richard J. Maynes, de los Setenta, instó: “La Primera Visión de José Smith es la clave para develar muchas verdades que habían estado ocultas durante siglos. No olvidemos ni subestimemos las muchas y preciadas verdades que hemos aprendido de la Primera Visión”2. Entonces, ¿cuáles son, exactamente, algunas de las verdades importantes que aprendemos de la Primera Visión?
Tal vez la verdad más determinante que se aprende de la Primera Visión es la realidad de un Dios personal que le habla a Sus hijos. De hecho, este parece haber sido el principal significado que José mismo aprendió de su encuentro con el Padre y el Hijo3. Como el presidente Henry B. Eyring testificó: “Nuestro desafío consiste en actuar de tal manera que podamos recibir los mensajes de verdad que nuestro Padre Celestial está listo para enviarnos como revelación y reconocer lo que Él ya ha enviado. La experiencia que tuvo José Smith [en la arboleda sagrada] proporciona un ejemplo al respecto”4. Los factores para recibir revelación personal percibidos por el presidente Eyring que se ilustraron en el proceso que condujo a la Primera Visión, incluyen: Escudriñar diligentemente las Escrituras, presentarse ante el Señor con un espíritu contrito y corazón quebrantado y actuar con fe anticipadamente para recibir una respuesta a la oración.
Otra verdad profundamente importante que los Santos de los Últimos Días reconocen hoy en la Primera Visión se refiere a la naturaleza de la Trinidad. Como enseñó el presidente Dallin H. Oaks durante la conferencia general de la Iglesia en abril de 2017:
Nuestro primer Artículo de Fe declara: “Nosotros creemos en Dios el Eterno Padre, y en Su Hijo Jesucristo, y en el Espíritu Santo”. Nos unimos a otros cristianos en esta creencia de un Padre, un Hijo y un Espíritu Santo, pero lo que creemos en cuanto a Ellos es diferente de las creencias de los demás. No creemos en lo que el mundo cristiano llama la doctrina de la Santísima Trinidad. En su Primera Visión, José Smith vio a dos personajes distintos, dos seres, aclarando de esa manera que las creencias que prevalecían en aquella época concernientes a Dios y la Trinidad no eran verdad5.
Este tema ha sido correctamente enfatizado por varios escritores Santos de los Últimos Días6. También lo ha sido lo que la Primera Visión demuestra sobre la existencia de Satanás y su oposición a la obra de Dios7. José registró en dos de sus cuatro relatos de primera mano de la visión, que el adversario intentó impedir que orara mientras buscaba a Dios en la arboleda8. En su relato de 1835, José contó:
[M]i intento por orar fue en vano, porque parecía que mi lengua se había hinchado en mi boca, de modo que no podía hablar. Escuché un ruido, como si una persona se dirigía hacia mí. Me esforcé otra vez por orar, pero no pude. El ruido de alguien caminando parecía estar más cerca; me puse de pie rápidamente y miré a mi alrededor, pero no vi a ninguna persona o animal que pudiera producir dicho ruido al caminar9.
En su relato adaptado de 1838-1839, José describió este encuentro con Satanás de manera más vívida.
Después de apartarme al lugar que previamente había designado, mirando a mi derredor y encontrándome solo, me arrodillé y empecé a elevar a Dios el deseo de mi corazón. Apenas lo hube hecho, cuando súbitamente se apoderó de mí una fuerza que me dominó por completo, y surtió tan asombrosa influencia en mí, que se me trabó la lengua, de modo que no pude hablar. Una densa obscuridad se formó alrededor de mí, y por un momento me pareció que estaba destinado a una destrucción repentina (José Smith–Historia 1:15).
El Profeta describió esta oposición que experimentó como el “poder de un ser efectivo del mundo invisible que ejercía una fuerza tan asombrosa como yo nunca había sentido en ningún otro ser” (José Smith–Historia 1:16). Sin embargo, aprendió rápidamente, como otros profetas, que el poder de Satanás es limitado y, de hecho, débil en la presencia del Todopoderoso (José Smith–Historia 1:16–17; cf. Moisés 1:11-22). “Esa terrible oposición, que continuó durante toda la vida de José, se produjo porque Lucifer quería poner un alto a la revelación que conduciría a la restauración del evangelio de Jesucristo”, enseñó el presidente Eyring. “Las oraciones de ustedes pidiendo recibir revelación de Dios enfrentarán menos oposición, pero deben seguir el ejemplo de valentía y perseverancia de José”10.
Cuando se observa la manera en que los Santos de los Últimos Días a lo largo de los años han llegado a comprender la importancia de la Primera Visión para reforzar y aclarar las verdades esenciales de la restauración, se confirma así la observación de Milton V. Backman:
[La doctrina de la restauración] está, en palabras de Stephen L. Richards (ex consejero de la Primera Presidencia), “impregnada de la verdad de la Primera Visión”. Apoya la doctrina de un Dios antropomórfico y un hombre teomórfico, de las relaciones de las personas de la Trinidad y de la revelación continua. Las oraciones, los himnos, las formas de adoración y la escatología de los mormones tienen sus raíces en este entendimiento. Renueva el testimonio de los profetas hebreos de que las visiones no son el menor, sino el más confiable de los accesos mortales a lo divino; que la majestad, la gloria y el poder de Dios son “indescriptibles”; que el registro bíblico de la comunión cara a cara con Dios es más que una metáfora forzada. Confirma el testimonio neotestamentario de los apóstoles de que Dios el Padre y Jesucristo son personas separadas que se manifiestan tal como son a los hijos e hijas de Dios; y que el Hijo es según la semejanza del Padre, y el Padre a semejanza del Hijo11.
Otras lecturas
Taylor Halverson y Lisa Halverson, Beautiful Truths from the First Vision (American Fork, UT: Covenant, 2020).
Larry E. Dahl, “The Theological Significance of the First Vision”, en Studies in Scripture, Volume Two: The Pearl of Great Price, ed. Robert L. Millet y Kent P. Jackson (Salt Lake City, UT: Randall Book, 1985), 315–337.
B. Haws, “First Vision, doctrinal contributions of”, en Pearl of Great Price Reference Companion, ed. Dennis L. Largey (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2017), 123–125.
1 Para atención representativa, véase Larry E. Dahl, “The Theological Significance of the First Vision”, en Studies in Scripture, Volume Two: The Pearl of Great Price, ed. Robert L. Millet y Kent P. Jackson (Salt Lake City, UT: Randall Book, 1985), 315–337; Larry C. Porter, “The Youth of the Grove and the Prophet of the Restoration”, en Joseph: Exploring the Life and Ministry of the Prophet, ed. Susan Easton Black y Andrew C. Skinner (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2005), págs. 36–46; Richard D. Draper, S. Kent Brown y Michael D. Rhodes, The Pearl of Great Price: A Verse–by–Verse Commentary (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2005), 336–343; J. B. Haws, “First Vision, doctrinal contributions of”, en Pearl of Great Price Reference Companion, ed. Dennis L. Largey (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2017), 123–125; Taylor Halverson y Lisa Halverson, Beautiful Truths from the First Vision (American Fork, UT: Covenant, 2020).
6 Dahl, “The Theological Significance of the First Vision”, 315–316; Draper, Brown y Rhodes, The Pearl of Great Price, 341–342; Haws, “First Vision, doctrinal contributions of”, 123-124; Maynes, “La Primera Visión”, 65; Halverson y Halverson, Beautiful Truths of the First Vision, 15–21.
7 Dahl, “The Theological Significance of the First Vision”, 321–324; Haws, “First Vision, doctrinal contributions of”, 123; Maynes, "La Primera Visión", 64; Eyring, “La primera visión”, 16-17.
Los Santos de los Últimos Días han planteado una serie de aspectos teológicos o doctrinales importantes que pueden aprenderse a partir de la Primera Visión de José Smith. Algunos de estos aspectos comprenden: escudriñar las Escrituras puede traer revelación, Dios responde las oraciones sinceras y perdona los pecados, Satanás es real pero su poder es limitado y Dios el Padre y Su Hijo Jesucristo son seres separados con formas humanas1. Si bien estas contribuciones doctrinales de la Primera Visión ciertamente merecen una cuidadosa consideración por parte de los Santos de los Últimos Días modernos, otra pregunta interesante para plantear es qué podría haber aprendido el propio José Smith de su visión del Padre y el Hijo y cómo eso habría influido en sus enseñanzas y ministerio. Debido a que el Profeta dio múltiples relatos de la Primera Visión, somos capaces de reconstruir bastante bien lo que vio, escuchó y experimentó en esa ocasión. También podemos hacernos una idea de lo que José aprendió basado en lo que los relatos registran explícitamente y lo que podemos inferir al leer entre líneas.
Con base en los informes de primera y segunda mano2, las siguientes tablas proporcionan una síntesis de lo que José escuchó y vio en su visión3.
Como se ha visto anteriormente, basado en los detalles explícitos de los relatos sobrevivientes de la Primera Visión, es obvio que José aprendió mucho de su encuentro con el Padre y el Hijo. Primero, tuvo conocimiento de la realidad de un Dios y un Salvador personal que contesta las oraciones y se preocupa por el bienestar y la salvación de la humanidad. En su relato de 1832, José, quien de joven se sintió “culpable de [sus] pecados”, “clam[ó] al Señor pidiendo misericordia, porque no existía nadie más a quién dirigir[se] para obtenerla”. Consecuentemente, testificó que “el Señor escuchó [su] ruego en aquel lugar solitario”4. De hecho, como José dejó en claro seis años más tarde, a partir de su visión en la arboleda, él: “Había descubierto que el testimonio de Santiago era cierto: que si el hombre carece de sabiduría, puede pedirla a Dios y obtenerla sin reproche” (José Smith–Historia 1:26)5.
Otra verdad que José aprendió de la Primera Visión fue la realidad de la gran apostasía, que los apóstoles del Nuevo Testamento habían profetizado que ocurriría antes de la Segunda Venida del Señor (véase 2 Tesalonisenses 2:1–12)6. Tres de los cuatro relatos de primera mano que dejó el Profeta indican que Jesús le confirmó esto al joven José. “[E]n este momento el mundo yace en el pecado”, citó José al Señor en su relato de 1832, “y no hay quien haga lo bueno, ni siquiera uno. Se han apartado de mi Evangelio y no guardan mis mandamientos; con sus labios me honran, pero su corazón lejos está de mí”7. Dado que estaba destinado a una audiencia fuera de los Santos de los Últimos Días, el relato presentado por el Profeta en 1842 fue de lenguaje moderado, sin embargo comunicaba el mismo punto: “[Los personajes celestiales me] dijeron que todas las denominaciones religiosas creían doctrinas incorrectas y que ninguna era reconocida por Dios como Su Iglesia y reino”8. Un año después, José usó lo que aprendió en la Primera Visión acerca de la apostasía en un sermón acerca de Isaías 24, 28–29.
a las 6 am. escuché al élder G[eorg]e J Adam Adams hablar sobre el libro de Mormón demostró a partir de Isaías 24, 28 y 29 que el convenio sempiterno establecido por Cristo y los apóstoles había sido quebrantado. . . El Pte. J. Smith dio testimonio de lo mismo, diciendo que cuando era joven comenzó a pensar en estas cosas, pero no pudo averiguar cuál de todas las sectas era la verdadera, fue a la arboleda y preguntó al Señor cuál de todas las sectas era la verdadera, recibió como respuesta que todas ellas estaban en un error, y que el convenio sempiterno había sido quebrantado9.
Si bien estos aspectos están explícitos en los relatos históricos sobrevivientes, otros deben desentrañarse con más cautela. Por ejemplo, no está muy claro cómo la Primera Visión impactó la comprensión de José de la naturaleza de la trinidad. Sin duda, tres de los cuatro relatos de primera mano informan que dos personajes, el Padre y el Hijo, estaban presentes en la visión. (El cuarto parece implicar la presencia de dos personajes, pero no está explícito10). José también informó que uno de los personajes apareció primero y luego el segundo poco después11, y que los dos “se asemejaban exactamente el uno al otro en rasgos y apariencia”12. Sin duda alguna, contemplar algo tan extraordinario habría dejado una fuerte impresión en el joven, y es probable que este encuentro haya influido en las enseñanzas de José de que Dios el Padre y Jesucristo tenían cuerpos tangibles de carne y hueso (Doctrina y Convenios 130:22–23)13. Pero debido a que el Profeta mismo no fue explícito en este aspecto, debemos plantearlo con cautela. Según la documentación existente, “es difícil saber exactamente qué concluyó [José] Smith sobre la naturaleza de la trinidad a partir de esta experiencia”14. Un relato tardío de tercera mano conservado por Charles Lowell Walker indica que Dios el Padre tocó físicamente los ojos de José antes de que el Salvador apareciera en la visión15. Si esta fuente es precisa, reforzaría la idea de que José aprendió algo sobre la corporalidad de Dios ya desde 182016.
Según él mismo admitió, había “muchas cosas” que José escuchó y vio en su visión que no podía describir completamente (José Smith–Historia 1:20). No está claro, por ejemplo, cuánto tiempo duró la visión. Por lo tanto, siempre quedará alguna pregunta pendiente sobre qué fue lo que el Profeta mismo aprendió de su visión o cómo influyó en él personalmente. Sin embargo, lo que sí está claro, es que José estaba completamente seguro de la realidad de lo que había experimentado, y esta seguridad le dio ánimo en tiempos de prueba. José testificó: “Yo efectivamente había visto una luz, y en medio de la luz vi a dos Personajes, los cuales en realidad me hablaron. . . . había visto una visión; yo lo sabía, y sabía que Dios lo sabía; y no podía negarlo” (José Smith–Historia 1:25). Parte del entusiasmo de los Santos de los Últimos Días hoy en día al estudiar los relatos de la Primera Visión que han sobrevivido es tratar de comprender mejor el testimonio del Profeta y revelar su verdadero significado.
Otras lecturas
B. Haws, “First Vision, doctrinal contributions of”, en Pearl of Great Price Reference Companion, ed. Dennis L. Largey (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2017), 123–125.
1 J. B. Haws, “First Vision, doctrinal contributions of”, in Pearl of Great Price Reference Companion, ed. Dennis L. Largey (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2017), 123–125; “Ocho verdades provenientes de la Primera Visión”, Liahona, febrero de 2020, 19–21.
3 Gráficos adaptados tomados de James B. Allen y John W. Welch, “Analysis of Joseph Smith’s Accounts of His First Vision”, en Opening the Heavens: Accounts of Divine Manifestation, 1820–1844, ed. John W. Welch, 2a ed. (Provo, UT: BYU Studies, 2017), tablas 3 y 4, [págs. 75–76].
6 Kent P. Jackson, “New Testament Prophecies of Apostasy”, en Sperry Symposium Classics: The New Testament, ed. Frank F. Judd Jr. y Gaye Strathearn (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young University; Salt Lake City: Deseret Book, 2006), 394–406.
7 History, circa Summer 1832, 3, ortografía y puntuación estandarizadas.
Los relatos de la Primera Visión que José Smith dejó, establecen los aspectos esenciales de esta experiencia histórica de suma importancia. Estos aspectos incluyen el quién, qué, dónde, por qué y cuándo de los acontecimientos adyacentes a la Primera Visión1. Pero más allá de los datos históricos que rodean a la Primera Visión en sí, está la importancia o el significado de la Primera Visión para los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Como señaló el historiador James Allen hace varias décadas en dos trabajos pioneros de la erudición histórica, existe la realidad percibida de la Primera Visión (lo que significa la visión, lo que manifiesta o lo que aprendemos de ella) y también la realidad histórica de ese evento2. La realidad histórica de la Primera Visión se refleja en los relatos principales de José Smith y, salvo que se produzcan descubrimientos importantes en el futuro, permanece bastante asentada en la conciencia histórica de los Santos de los Últimos Días modernos. La realidad percibida del significado de la Primera Visión, por otro lado, ha evolucionado con el tiempo a medida que los Santos de los Últimos Días, comenzando con el mismo José Smith, han intentado dar sentido a lo que la visión significa para su fe y práctica religiosa.
Como Allen y otros han explorado detalladamente, el significado o el sentido asignado a la Primera Visión surgió lentamente durante la vida de José Smith3. El Profeta dejó algunas pistas sobre lo que él mismo entendía que era el significado de su visión en sus relatos de primera mano de esa experiencia. En algunos de sus relatos, especialmente los de 1832 y 1835, pero también en la presentación de segunda mano de Orson Pratt en 1840, José conceptualizó la importancia de su visión de una manera profundamente personal4. La importancia de un Dios personal que perdona los pecados y responde a las humildes plegarias de sus hijos aparece de manera más prominente en estos relatos. En sus relatos posteriores de 1838 y 1842 que estaban destinados a una audiencia más pública, y que fueron escritos cuando el Profeta tuvo tiempo de formar sus conceptos y registrar más cuidadosamente los puntos que quería enfatizar en su historia, la Primera Visión adquirió una relevancia más universal como una muestra de que José había sido llamado por Dios para marcar el comienzo de la última dispensación del evangelio después de un largo período de apostasía5. Sin embargo, la dicotomía entre una etapa personal temprana, por una parte, y una etapa institucional en sus planteamientos y usos posteriores de la Primera Visión, por otra, no es del todo rígida. Por ejemplo, las instrucciones de no unirse a ninguna iglesia existente y sus errores ya se encuentran en el relato de 1832, y los puntos acerca de que las oraciones de José fueron respondidas y que se le dio una bendición personal especial persisten en el relato de segunda mano de 1842 de Orson Hyde6.
A partir de los relatos de segunda mano que sobrevivieron, ahora también sabemos que José a veces relató su visión de manera que resaltara aspectos teológicos específicos comenzando antes de lo que los eruditos habían pensado anteriormente. Por ejemplo, en la primavera de 1835 en Michigan, José habló a los creyentes sobre la Primera Visión para apoyar la doctrina de la revelación continua. En Kirtland, Ohio, en junio de 1835, predicó un sermón del día de reposo sobre el tema solicitado de “Este es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!”. En 1837 en Toronto, Canadá, habló sobre el Padre y el Hijo. En 1840, Samuel Bennett y Orson Pratt comentaron, en Filadelfia, la manifestación corporal de Dios en relación con la Primera Visión, y ambos ese año publicaron folletos en defensa de la Iglesia7. Finalmente, en un discurso pronunciado el 11 de junio de 1843, el Profeta relató su visión de una manera en la que afirmaba la verdad de la gran apostasía8.
Parece que aunque José Smith usó la Primera Visión a menudo y para varios propósitos, incluso a veces para conversar sobre la naturaleza de Dios9, los Santos de los Últimos Días no sistematizaron ningún significado o sentido teológico especial de la Primera Visión en los primeros años de la Iglesia. Por ejemplo, si bien hoy en día los miembros de la Iglesia recurren a la Primera Visión para reforzar una comprensión plena de la naturaleza de la Trinidad, un enfoque sistemático no se desarrolló completamente sino hasta más tarde en el siglo XIX, con obras como The Mormon Doctrine of Deity (La Doctrina Mormona de la Deidad) del élder B. H. Roberts y en el siglo XX con la declaración de 1916 de la Primera Presidencia sobre la Trinidad10. Esa declaración tan completa estaba más allá de la capacidad y las prioridades de la primera generación de conversos a la Iglesia de Jesucristo11. Allen argumenta razonablemente que esto podría deberse a que muchos de los detalles de la visión de José no se conocían ampliamente en la década de 1830, así como a la cautela generalizada entre los Santos de los Últimos Días para proponer cualquier cosa que pareciera un credo dogmático12.
Otra razón identificada por Allen “puede haber sido que la primera generación de teólogos miembros de la Iglesia puso tanto énfasis en la idea de que la restauración del evangelio comenzó [propiamente] cuando el ángel Moroni entregó el Libro de Mormón [las planchas a José en 1827]. Este evento, después de todo, fue descrito desde el principio como el cumplimiento de la profecía en Apocalipsis 14:6”13. Esto puede verse en el ejemplo del élder Orson Pratt en su folleto de 1840 A[n] Interesting Account of Several Remarkable Visions [Un relato interesante de varias visiones extraordinarias]. Pratt emprendió uno de los primeros intentos de extraer significado teológico o histórico de la Primera Visión. Pero en lugar de profundizar en cómo la Primera Visión esclareció la naturaleza de Dios, en esta publicación Pratt (al igual que el mismo José en 1835), situó la visión del Padre y del Hijo como la primera de una serie de encuentros celestiales que condujeron a la reconstrucción y traducción del Libro de Mormón y a la restauración del evangelio de Jesucristo14. Eso era comprensible, ya que Pratt estaba escribiendo un folleto misional para investigadores y nuevos conversos que tendrían acceso tangible al texto del Libro de Mormón pero no a los relatos de la Primera Visión. Además, cuando los primeros miembros de la Iglesia hablaron de “La visión”, a menudo se referían a lo que ahora se conoce como Doctrina y Convenios 76, la gran visión de los grados de gloria experimentados conjuntamente por José Smith y Sidney Rigdon15. Hubo muchas visiones en la vida de José Smith, así que en medio de esas efusiones, el centro de atención seguía siendo dinámico y generalizado16.
Aunque el folleto de Pratt fue influyente, los escritores Santos de los Últimos Días tardarían varios años más en elaborar una narrativa o interpretación institucional completa sobre la Primera Visión que pudiera aplicarse a la fe de los miembros de la Iglesia en todo el mundo. En lo que el historiador Steven Harper llama la creación de una “memoria colectiva”17, los Santos de los Últimos Días a partir de la mitad y hasta el final del siglo XIX, comenzaron a pronunciar sermones, componer poemas e himnos, escribir folletos y libros y encargar obras de arte que estandarizaran la forma en que imaginaban y transmitían colectivamente la Primera Visión. De hecho, incluso el nombre First Vision [Primera Visión] (utilizado por primera vez por Pratt en 1849) fue acuñado como una forma de situar el encuentro en 1820 de José con el Padre y el Hijo en un contexto histórico y teológico más general en relación con sus visiones posteriores de Moroni y otros personajes celestiales18. La canonización de la Perla de Gran Precio en el año 1880, que trajo consigo el estatus de Escritura del relato de 1838-39 de la Primera Visión registrado en lo que hoy se conoce como José Smith–Historia (vv. 1–26), promovió este creciente significado de la Primera Visión en el pensamiento colectivo de los miembros de la Iglesia.
Para el año 1920 (cien años después de que el niño José entró en la arboleda cerca de su casa para buscar a Dios en oración) la Primera Visión había asegurado una posición sumamente importante para los Santos de los Últimos Días. En abril de ese año, la revista de la Iglesia Improvement Era publicó una emisión que celebraba el centenario de la Primera Visión19. En esa edición conmemorativa de la revista, el presidente Heber J. Grant proclamó: “La aparición de Dios el Padre y Su Hijo Jesucristo al profeta José Smith” como un “acontecimiento maravilloso plagado de resultados maravillosos” y nada menos que “el mayor acontecimiento que ha tenido lugar en todo el mundo desde el nacimiento de nuestro Señor y Redentor, Jesucristo”. Asimismo, la consideró “la visión más maravillosa jamás otorgada al hombre mortal”20. Entre otras verdades, la Primera Visión, continuó el presidente Grant, demostró la realidad de la restauración del evangelio y el llamamiento divino de José Smith21. Ese mismo mes, durante la conferencia general de la Iglesia, el presidente Anthon H. Lund, de la Primera Presidencia, predicó que la Primera Visión era “el alba de esta última dispensación, la dispensación del cumplimiento de los tiempos. Fue en verdad el comienzo, el inicio mismo de esta obra; y el Señor eligió un instrumento, no a alguien culto y educado, sino un hombre que estaba dispuesto a hacer lo que se le ordenara”22.
Hoy, los líderes de la Iglesia han detallado, enfatizado y aclarado aún más el significado de la Primera Visión para los Santos de los Últimos Días y, de hecho, para el mundo entero. En la conferencia general de la Iglesia de octubre de 2002, el presidente Gordon B. Hinckley testificó:
Declaramos sin duda alguna que Dios el Padre y Su Hijo, el Señor Jesucristo, se aparecieron en persona al joven José Smith. . . . Nuestra fortaleza entera se basa en la validez de esa visión. O sucedió o no sucedió; si no ocurrió, quiere decir que esta obra es un fraude; si ocurrió, quiere decir que es la obra más importante y maravillosa debajo de los cielos. Piensen en ello, hermanos y hermanas. Los cielos permanecieron sellados durante siglos. Varios hombres y mujeres buenos —personas realmente grandiosas y maravillosas— trataron de corregir, fortalecer y mejorar su sistema de adoración y el conjunto de su doctrina. A ellos rindo honor y respeto. El mundo es un lugar mejor debido a sus acciones valientes. Aunque considero que su obra fue inspirada, no se vio favorecida con la abertura de los cielos ni con la aparición de la Deidad. Luego, en 1820, se recibió esa gloriosa manifestación en respuesta a la oración de un jovencito que en la Biblia familiar había leído las palabras de Santiago: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5). Sobre esa singular y extraordinaria experiencia se basa la validez de esta Iglesia23.
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En 2005, el élder Dieter F. Uchtdorf dio testimonio de que “José Smith es una bendición para nosotros, para nuestras familias y, finalmente, para toda la familia humana: llegamos a creer en Jesucristo por conducto del testimonio del profeta José Smith”24. Más recientemente, la revista Liahona de la Iglesia ha publicado discursos de las Autoridades Generales en las que una vez más se expresan las valiosas verdades que aprendemos de la Primera Visión, incluidas las verdades sobre la naturaleza de Dios y Jesucristo, cómo recibir revelación personal, respuesta a la oración y los orígenes divinos de la Iglesia de Jesucristo25.
Todo esto demuestra que, como hijos de Dios de dispensaciones pasadas, los Santos de los Últimos Días de esta dispensación final aprenden la verdad línea por línea, precepto por precepto (2 Nefi 28:30). Muchas veces se necesita tiempo y un estudio cuidadoso para reconocer y transmitir plenamente el profundo significado de cuando Dios interviene en la historia y actúa en beneficio de la humanidad; un aspecto reconocido por el élder Roberts hace más de un siglo.
Creo que el “Mormonismo” brinda la posibilidad para los discípulos de la segunda clasificación; mejor dicho, que su necesidad más urgente es para tales discípulos. Exhorta a los discípulos reflexivos que no se contenten con simplemente repetir algunas de sus verdades, sino que desarrollen las verdades; y las amplíen según ese desarrollo. Ni la mitad, ni la centésima parte, ni la milésima parte de lo que José Smith reveló a la Iglesia se ha manifestado todavía, ya sea a la Iglesia o al mundo. El trabajo del expositor apenas ha comenzado. El Profeta sembró al enseñar las verdades germinales de la gran dispensación del cumplimiento de los tiempos. El riego y el deshierbe continúan, y Dios está dando el crecimiento, y lo dará más abundantemente en el futuro a medida que se obtenga un discipulado más inteligente. Sin embargo, los discípulos del “Mormonismo”, cada vez más descontentos con los métodos esencialmente primitivos que hasta ahora han prevalecido en el sostenimiento de la doctrina, adoptarán puntos de vista más profundos y amplios de las grandes doctrinas comprometidas con la Iglesia; y, partiendo de la mera repetición, los llevará a nuevas fórmulas; cooperando en las obras del Espíritu, hasta que ayuden a brindar a las verdades recibidas una expresión más contundente y la lleven más allá de las primeras y más burdas etapas de desarrollo26.
“Una vez que la [Primera Visión] asumió su lugar predominante en la escritura y la predicación mormona” en la segunda mitad del siglo XIX, observó Allen, “se convirtió en mucho más que la experiencia personal de José Smith. Se convirtió en una experiencia comunitaria compartida. Se instó a cada mormón y a cada posible converso a orar por su propio testimonio de que era verdad; en efecto, a buscar su propia teofanía convirtiéndose en uno con José en la arboleda”27. Esta invitación sigue vigente hoy en día, ya que el significado de la Primera Visión de José Smith se comparte en todo el mundo.
1 Véase Central de La Perla de Gran Precio , “Los relatos de primera mano de José Smith sobre la Primera Visión”, Perspectiva de José Smith-Historia #1 (marzo 31, 2020); Steven C. Harper, Joseph Smith’s First Vision: A Guide to the Historical Accounts (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2012).
3 Allen, “The Significance of Joseph Smith’s ‘First Vision’ in Mormon Thought”, 29–45; “Emergence of a Fundamental”, 43–61; J. B. Haws, “First Vision, doctrinal contributions of”, en Pearl of Great Price Reference Companion, ed. Dennis L. Largey (Salt Lake City, UT: Deseret Book, 2017), 123–125; Steven C.Harper, First Vision: Memory and Mormon Origins (New York, NY: Oxford University Press, 2019), esp. 47-258; Terryl Givens, The Pearl of Greatest Price: Mormonism’s Most Controversial Scripture (New York, NY: Oxford University Press, 2019), 223–240.
9 Harper, First Vision, 55, observa: “Se ha argumentado y ahora se ha asumido ampliamente en círculos académicos que la teología de José Smith comenzó con un concepto trinitario que luego se transformó en el énfasis de la naturaleza encarnada y separada de Dios y Cristo. Si eso es cierto, la idea que lo sustenta (que la historia de la Primera Vsión de Smith se empleó solo después de 1840 y fue especialmente resaltada a fines del siglo XIX para efectuar esa transformación) no es cierta. Smith y otros relataron la visión en la década de 1830, y sus implicaciones para la trinidad y la materialidad de Dios se declararon en ese entonces”.
15 Matthew McBride, “La visión”, en Restauración e Historia de la Iglesia: Estudio de Doctrina y Convenios, ed. Matthew McBride y James Goldberg (Salt Lake City, UT: The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 2016), 148–154.
16 Alexander L. Baugh, “Seventy-Six Accounts of Joseph Smith’s Visionary Experiences”, en Opening the Heavens: Accounts of Divine Manifestations, 1820–1844, ed. John W. Welch, 2nd ed. (Provo, UT: BYU Studies Press, 2017), 281–350.
Siendo “la única ilustración en nuestras Escrituras”, los facsímiles del libro de Abraham “llaman la atención no solo por su naturaleza rústica, sino por su propia existencia como un medio visual en medio de la palabra escrita”1. Los investigadores Santos de los Últimos Días y las personas laicas que están interesadas, han ofrecido varios enfoques diferentes para comprender los facsímiles y evaluar la validez de las interpretaciones de José Smith2. Algunos de los enfoques más comunes incluyen:
Las ilustraciones eran originales de Abraham. Para interpretarlas, debemos observarlas de la misma manera en que Abraham o los egipcios en su época las habrían concebido.
Las ilustraciones eran originales de Abraham, pero fueron modificadas con el paso del tiempo para que las utilizaran los antiguos egipcios. Las ilustraciones que se tienen conservadas en los facsímiles son copias alteradas de mucho tiempo después de los originales de Abraham. Para interpretarlas debemos considerar los elementos abrahámicos subyacentes y compararlos con la manera en que los egipcios comprendieron estas imágenes3.
Las ilustraciones estaban relacionadas con el libro de Abraham cuando los papiros de José Smith fueron creados en el período Ptolemaico (alrededor del año 300-30 a. C.). Para poder interpretarlas, debemos observar lo que los egipcios de esa época pensaban que estos dibujos representaban 4.
Las ilustraciones fueron relacionadas con el libro de Abraham por primera vez en el período Ptolemaico, pero para interpretarlas debemos mirar específicamente lo que los sacerdotes egipcios, quienes estaban integrando las prácticas religiosas judías, griegas y mesopotámicas en las prácticas nativas egipcias, habrían pensado acerca de ellas5.
Las ilustraciones estaban vinculadas con el libro de Abraham en el período Ptolemaico, pero para interpretarlas debemos observar cómo las habrían entendido los judíos de aquella época6.
Las ilustraciones nunca fueron parte del texto antiguo del libro de Abraham, sino que fueron adaptadas por José Smith para representar de manera artística el texto antiguo que reveló/tradujo. Podemos dar sentido a las interpretaciones de José al expandir nuestra comprensión de su función como “traductor”7.
Cada uno de estos enfoques tienen sus respectivas fortalezas y debilidades, pero ninguno por sí solo puede explicar toda la evidencia disponible. Por ejemplo, el primer paradigma (1) es una forma más directa de pensar acerca de los facsímiles, pero se ve seriamente socavado por el hecho de que los papiros de José Smith datan de muchos siglos después de la vida de Abraham8. Cada uno de los paradigmas (2, 3 y 4), son convincentes en distintos niveles, ya que pueden justificar los casos en que las interpretaciones de José Smith sobre los facsímiles se alinean con las de otros egiptólogos, pero ninguno de ellos puede explicar las interpretaciones en su totalidad desde una perspectiva egiptológica.
En cualquier paradigma que uno aplique, parece claro que las explicaciones de José Smith sobre los facsímiles eran originales para él (ninguna de las explicaciones aparece como texto junto a las ilustraciones sobre los papiros que poseía)9. “Hay aspectos de [estas explicaciones] que concuerdan con lo que los egiptólogos dicen que significan. Algunos [de ellos] son bastante convincentes. . . . . Sin embargo, cuando observamos la totalidad de cualquiera de los facsímiles, la interpretación egiptológica no concuerda con lo que José Smith dijo acerca de ellos”10. Sin embargo, esto es complicado por el hecho de que, aun cuando ninguna de las explicaciones de José Smith de los facsímiles concuerda en su plenitud con la manera en que los egiptólogos comprenden estas ilustraciones, en muchos casos reflejan acertadamente conceptos antiguos egipcios y semíticos11. Esto requiere que desentrañemos cuidadosamente las conjeturas que aportamos al abordar los facsímiles bajo cualquiera de los paradigmas teóricos mencionados anteriormente.
A pesar de algunos avances importantes en la investigación, “nosotros [aún] no sabemos [completamente] con qué comparar los facsímiles”.
¿José Smith nos estaba dando una interpretación que los antiguos egipcios habrían sostenido, o una que solamente un pequeño grupo de sacerdotes interesados en Abraham habría mantenido, o una que un grupo de judíos antiguos en Egipto habrían retenido, o algo que otro grupo en conjunto habría sostenido, o estaba dándonos una interpretación que necesitábamos recibir para nuestro beneficio espiritual sin importar cómo los grupos antiguos los habrían visto? No lo sabemos. Aunque [los investigadores] pueden defender bastante bien la idea de que algunos egipcios podrían haber visto el Facsímile 1 de la manera en que lo presenta José Smith, [todavía] no estamos seguros de que esa sea la metodología que deberíamos emplear. Simplemente no sabemos lo suficiente sobre lo que José Smith estaba haciendo para estar seguros de cualquier posible comparación, o la falta de ella12.
Lo que queda claro de todo esto es que “se necesita hacer mucho más trabajo antes de que podamos comprender los facsímiles en su entorno egipcio antiguo, y solo entonces será significativo preguntarse si esa comprensión coincide con la de José Smith (en la medida en que entendamos incluso eso)”13. Por ejemplo, “el Facsímile 3 siempre ha sido el más descuidado de los tres en el libro de Abraham. Desafortunadamente, la mayoría de lo que se ha dicho acerca de este facsímile, es gravemente deficiente en el mejor de los casos y altamente erróneo en el peor”14. Sin embargo, algunos trabajos valiosos realizados en los años recientes, han ayudado a remediar esto al situar mejor este facsímile en su contexto egipcio antiguo15. A medida que ese contexto se ha vuelto más claro, los elementos de las explicaciones de José Smith se han vuelto más plausibles (aunque otros elementos siguen estando en desacuerdo con las teorías egiptológicas actuales).
Cualquiera que sea el paradigma teórico que se adopte al abordar los facsímiles, se puede argumentar de manera respetable que, varias explicaciones de José Smith capturan con precisión los conceptos del antiguo Egipto (incluso le dio al blanco en algunos puntos) que de otra manera habrían estado más allá de su capacidad natural para saber16. Cualquier enfoque honesto de los facsímiles debe reconocer esto y tomarlo en cuenta. Sin embargo, al mismo tiempo esto no es necesariamente evidencia concluyente de que los propios facsímiles realmente se utilizaron como ilustraciones para el registro de Abraham en la antigüedad. Entonces, por ahora, el mejor enfoque hacia los facsímiles sería mantener una mente abierta e inquisitiva y seguir realizando las mejores preguntas que podamos, con base en la mejor evidencia e información disponible.
2 John Gee, A Guide to the Joseph Smith Papyri (Provo, UT: FARMS, 2000), 33–41; “A Method for Studying the Facsimiles”, 347–353; “The Facsimiles”, en An Introduction to the Book of Abraham (Salt Lake City y Provo, UT: Deseret Book y Religious Studies Center, Brigham Young University, 2017), 143–156; Hugh Nibley, “What, Exactly, Is the Purpose and Significance of the Facsimiles in the Book of Abraham?”Ensign, marzo de 1976, 34–36; “The Facsimiles of the Book of Abraham: A Response”, en An Approach to the Book of Abraham (Provo, UT: FARMS, 2009), 493–501; Michael D. Rhodes, “Teaching the Book of Abraham Facsimiles”, Religious Educator 4, no. 2 (2003): 115-123; “Facsimiles from the Book of Abraham”, en The Encyclopedia of Mormonism, ed. Daniel H. Ludlow, 4 Vols. (New York: Macmillan, 1992), 1:135–137; Kevin L. Barney, “The Facsimiles and Semitic Adaptation of Existing Sources”, en Astronomy, Papyrus, and Covenant, ed. John Gee y Brian M. Hauglid (Provo, UT: FARMS, 2005), 107–130; Allen J. Fletcher, A Study Guide to the Facsimiles of the Book of Abraham (Springville, UT: Cedar Fort, Inc., 2006); Terryl Givens, The Pearl of Greatest Price: Mormonism’s Most Controversial Scripture (New York, NY: Oxford University Press, 2019), 142–153.
3 Rhodes, “Teaching the Book of Abraham Facsimiles”, 115–123.
4 Gee, “A Method for Studying the Facsimiles”, 347–353.
8 Michael D. Rhodes, The Hor Book of Breathings: A Translation and Commentary (Provo, UT: Foundation for Ancient Research and Mormon Studies, 2002), 3.
9 Con respecto a la autoría de las explicaciones de los facsímiles, se debe tener en cuenta que “[a]unque no sabemos si José Smith es el autor original de estas interpretaciones, sabemos que participó en preparar las interpretaciones publicadas y dio su aprobación en la edición”. Kerry Muhlestein, “Joseph Smith’s Biblical View of Egypt”, en Approaching Antiquity: Joseph Smith and the Ancient World, editado por Lincoln H. Blumell, Matthew J. Grey y Andrew H. Hedges (Provo, UT: Religious Studies Center; Salt Lake City: Deseret Book, 2015), 469n10.
11 Además de las fuentes citadas anteriormente, véase también Michael D. Rhodes, “The Joseph Smith Hypocephalus…Twenty Years Later”, FARMS Preliminary Report (1997); John Gee, “Abracadabra, Isaac, and Jacob”, Review of Books on the Book of Mormon 7, no. 1 (1995): 19–84; Hugh Nibley y Michael D. Rhodes, One Eternal Round (Provo, UT: FARMS, 2010).
16 “El egipcio no se entendía realmente en los días de José Smith. Ni una sola inscripción en jeroglíficos o escritura hierática había sido traducida completamente antes de su muerte, y ninguna fue publicada hasta siete años después. José Smith no formaba parte de la tradición de Champollion a la que la egiptología pertenece hoy en día. Cualquier conocimiento que pudiera haber tenido no provenía de esa fuente, y de hecho, todos están de acuerdo en eso”. John Gee, “Joseph Smith and Ancient Egypt”, en Approaching Antiquity, 443.
José Smith fue influenciado de muchas maneras por su época y su cultura. Vivió su adolescencia en el llamado Distrito de fuego en el oeste de Nueva York, viendo no solo intensos renacimientos religiosos y fervor espiritual, sino también un torrente de libros, tratados, artículos de periódicos y relatos orales de las experiencias religiosas de muchos hombres y mujeres. Por lo tanto, “no debería ser una sorpresa”, como escribieron los profesores de inglés de BYU, Neal Lambert y Richard Cracroft en su innovador estudio de 1980, que José debió haber contado su Primera Visión “consciente o inconscientemente” utilizando “un estilo literario y una estructura similares a relatos familiares de conversión contados y escritos por sus contemporáneos”1.
Perspicazmente, Lambert y Cracroft recalcan la manera en que la “redacción florida” de José en su relato de 1832 (con expresiones “elevadas, solemnes y a menudo tediosas”) intentó hacer coincidir su retórica con la forma literaria tradicional de la “autobiografía espiritual”2. Esa forma autobiográfica, que fue identificada y expuesta desde 16703, era un patrón común que muchas personas usaban aún en la época de José para transmitir las dificultades y la sublimidad de sus experiencias espirituales con una prosa elevada.
José empleó otro enfoque en su “presentación espontánea de 1835”. Transmitía un “estilo simple y más seguro”, utilizando una “prosa coloquial”. Esto “prefiguraba la elocuencia sencilla de la versión de 1838”4. Y debido a que esa versión de 1838–395 tenía la intención de presentar una historia completa del “surgimiento y progreso de la Iglesia”, esa narración, comprensiblemente, cambió su énfasis “de lo personal a lo institucional”6, preocupándose más por el dilema que tenía José: a qué iglesia unirse, y no solo por el perdón de sus pecados o imprudencias anteriores.
Además, el historiador Richard L. Bushman ha analizado otros relatos de experiencias espirituales contemporáneas a la de José Smith7. Bushman comparó el relato de José de 1838-1839 con los informes de experiencias de conversión de videntes en 32 panfletos publicados en los Estados Unidos entre 1783 a 1815, encontrando que “las similitudes estilísticas”, si bien son interesantes y abundantes, al final “solo resaltan. . . las diferencias entre José y la multitud de videntes ahora olvidados”. Por ejemplo, estas “narraciones de sueños y apariciones milagrosas no implicaban la construcción de ninguna forma institucional; no proponían doctrina; no declaraban mandamientos. . . . Inspiraban asombro ante la presencia de poderes invisibles hechos visibles, pero eran un motivo para maravillarse más que para actuar”8.
Añadiendo otro estudio histórico de alto nivel a este análisis, en 2011 el historiador Christopher C. Jones argumentó de manera convincente que ciertas frases en el relato de José de 1838-1839 evocan especialmente las narraciones de conversión escritas por cristianos metodistas 9. Como Jones escribe:
El análisis de la Primera Visión de José Smith en el contexto de las inquietudes metodistas sobre las características de la religión verdadera, hace que su mensaje alcance un enfoque más definido. Si bien condenaba todas las denominaciones religiosas, hablaba de preocupaciones metodistas específicas en la América anterior a la guerra. Sin embargo, una mayor atención al contexto metodista también sugiere que lo que determinó fundamentalmente las primeras andanzas religiosas de Smith de manera significativa, fue el metodismo. Las visiones celestiales en el momento de la convicción y la conversión eran, de hecho, comunes entre los metodistas de la época. Y en ningún otro lugar se manifestó la retórica de la apariencia y el poder de la religión verdadera con más regularidad que en las narraciones de conversión tanto privadas como públicas de los seguidores del metodismo. Como otros historiadores han señalado anteriormente, los primeros recuerdos registrados de José Smith de su primera visión se asemejan a las primeras narraciones de conversión evangélica estadounidense tanto en contexto, como en contenido. Al centrarse más específicamente en la modificación metodista de la narración de conversión habitual, queda claro que las propias narraciones de Smith tienen distintas señales metodistas de influencia10.
Todo tiene sentido. Al lidiar con la pregunta sobre a qué iglesia unirse, el joven José “[llegó] a inclinar[se] un tanto a la secta metodista, y [sintió] cierto deseo de unir[se] a ella” (José Smith–Historia 1:8). Lo que Jones ha investigado en otras fuentes, es que el metodismo jugó un papel significativo (aunque ciertamente no el único) en la formación de la identidad y práctica religiosa de los primeros Santos de los Últimos Días11.
Por lo tanto, es comprensible que José narrara su Primera Visión en un estilo conocido para él y que hubiera atraído a muchos de sus primeros seguidores. Lo más notable en este sentido, es que un componente importante en la identidad religiosa metodista era obtener una “apariencia” y el “poder de la piedad”, refiriéndose al poder espiritual exterior que daba vitalidad a la verdadera práctica religiosa cristiana. El propio John Wesley expresó su temor de que la búsqueda de popularidad de sus seguidores les quitara “la doctrina, el espíritu y la disciplina con la que se presentaron por primera vez”, dejándolos “tener la apariencia de religión sin el poder”12. Aquellos que carecían del poder de la piedad eran considerados ilegítimos, sin la verdadera apariencia de adoración cristiana ni tampoco poseían el poder del Señor. De manera similar, en su relato de 1838-1839, José escribió que el Señor le informó que las sectas de su época “enseñan como doctrinas los mandamientos de los hombres, teniendo apariencia de piedad, mas negando el poder de ella” (José Smith–Historia 1:19, énfasis añadido).
Las palabras del Señor habrían resonado tanto en el mismo José como en cualquiera que compartiera un trasfondo metodista o que conociera el Nuevo Testamento. “En el transcurso del siglo XVIII y durante las primeras décadas del XIX, los metodistas en Gran Bretaña y en Estados Unidos proclamaban regularmente que el metodismo poseía de manera exclusiva tanto la apariencia de piedad como el poder de la verdadera religión. [Estas palabras] se expresaban en los sermones metodistas, himnos, informes eclesiásticos e incluso en los escritos personales de laicos y clérigos”13.
Al mismo tiempo, esta expresión cobró particular fuerza debido a su relevancia en la Biblia: “Esto también debes saber: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos. . . teniendo apariencia de piedad, pero negando la eficacia de ella; a estos evita” (2 Timoteo 3:1–2, 5). Por lo tanto, que José informara que todas las sectas cristianas (no solo los metodistas) carecían del poder de la piedad habría sido no solo radical sino también “particularmente ofensivo” para sus contemporáneos14, por no hablar del hecho de que en su testimonio de 1844, José dijo específicamente que la respuesta fue “no” cuando le preguntó al Señor si “debía unirse a la Iglesia metodista”15.
Otro tema común en las narraciones de conversión de cristianos metodistas y protestantes que se presenta en el relato de la Primera Visión de José es la búsqueda individual por el perdón de sus pecados. Este tema es notable especialmente en los primeros relatos de José sobre la Primera Visión escritos en 1832 y 183516, mientras que en los relatos posteriores, la búsqueda de José para determinar a qué iglesia unirse es el elemento narrativo central. Aunque algunos han visto esto como contradictorio, Jones explica que no necesariamente es así, especialmente desde la perspectiva de una narrativa de conversión metodista.
Si bien el perdón por los pecados [de José Smith] era la preocupación del relato anterior [de la Primera Visión], y la inquietud de saber qué iglesia era la verdadera abarca la narrativa posterior, dentro de la tradición metodista, ninguna de las dos cuestiones se excluían entre sí. De hecho, estaban estrechamente vinculadas la una a la otra. Quizás José Smith preguntó “cuál de todas las sectas era la verdadera” precisamente porque sentía que el perdón de sus pecados personales estaba íntimamente ligado a su unión a cierta iglesia17.
Sin embargo, en ciertos aspectos importantes, la historia de la Primera Visión de José se apartaba de lo que era típico de las narrativas de conversión metodista contemporáneas del siglo XIX. Por ejemplo, Jones señala que, al igual que José Smith, los conversos metodistas a veces describían experiencias visionarias en las que veían al Señor. Sin embargo, a diferencia de José Smith, a menudo describían sus visiones con un lenguaje cauteloso o, a veces, intencionalmente confuso.
Los metodistas de la época calificaron cuidadosamente la naturaleza de sus experiencias visionarias con frases como “por fe, vi. . .” o afirmando que era solo un sueño. . . . José Smith, por el contrario, afirmó sin ambigüedades: “Sin embargo, no por esto dejaba de ser un hecho el que yo hubiera visto una visión.. . . . Yo efectivamente había visto una luz, y en medio de la luz vi a dos Personajes, los cuales en realidad me hablaron. . . . yo lo sabía, y sabía que Dios lo sabía; y no podía negarlo”. Por lo tanto, no se trataba necesariamente de lo que José Smith experimentó, sino de cómo lo explicó [que ofendió a muchos cristianos contemporáneos]. El lenguaje directo y convincente que usó para describir su visión filtró su significado, haciéndolo más amenazante para el ministro metodista en quien confió18.
De todo esto, resulta evidente que los relatos de la Primera Visión de José Smith en algún momento se alineen y en otras ocasiones reaccionen contra lo que Jones llama “una comunidad de discurso” que había estado difundiéndose a principios del siglo XIX. La repetición del profeta del uso de la fraseología del Señor de 2 Timoteo 2:5 en particular “desafió directamente las afirmaciones metodistas de poseer la apariencia y el poder de la piedad. Tal mensaje hizo eco entre aquellos que [José] Smith atrajo a la religión SUD, muchos de los cuales criticaron a los metodistas por haber rechazado su herencia como un pueblo que [alguna vez más abiertamente había] contenido visiones, sueños y creencias milagrosas”19.
Así como los autores bíblicos conformaron conscientemente sus escritos de acuerdo con las convenciones literarias antiguas para comunicar mejor su mensaje20, también José tomó alternativas “literarias, estructurales y estilísticas” al testificar de su experiencia. Más que reflejar alguna variación fundamental en su “comprensión del acontecimiento en la Arboleda Sagrada”, estas decisiones revelan un esfuerzo intencional por parte del profeta para presentar su narrativa de manera que reflejara los requerimientos y patrones de discurso habituales de su(s) público(s) particular(es)21.
Si bien José pudo haber imitado algunas convenciones literarias o narrativas conocidas de la época, su descripción de la Primera Visión es todo menos poco original o común. Debido a que adaptó sus palabras de manera auténtica para satisfacer las necesidades de sus oyentes y lectores, sus palabras tienen impacto. Los lectores meticulosos, especialmente del relato de 1838-1839 (ahora canonizado en la Perla de Gran Precio) han notado la manera simple pero profunda en la que el profeta comunicó su experiencia. Como Lambert y Cracroft han concluido:
[E]l relato [de la Primera Visión] de 1838 aparenta ser notablemente sencillo y sin adornos. [La narración] emple[a] en su mayor parte, estructuras breves de sujeto/verbo y conectores coordinantes más simples, en lugar de los conectores subordinantes más complicados de las versiones anteriores. El lenguaje en sí es menos exagerado y mucho más natural y moderado, utiliza menos y más simples adjetivos y adverbios, y se concentra más en sustantivos y verbos para proveer el significado. De hecho, la prosa tiene tan pocas palabras y frases cargadas de emoción que casi nos hace olvidar el significado cósmico de los acontecimientos que se relatan22.
Esta autenticidad lingüística impresionó profundamente al Dr. Arthur Henry King, un estilista del idioma inglés formado en las Universidades de Cambridge y Lund. Una de sus habilidades era detectar lingüísticamente si la gente decía la verdad o no. Por lo tanto, la reacción de King al leer el relato de José de la Primera Visión de 1838–39 por primera vez es digna de mención:
Cuando me dieron a leer la historia de José Smith por primera vez, quedé profundamente impresionado. No estaba predispuesto a quedar asombrado. Como corrector de estilo, he pasado la vida sin la predisposición de impresionarme. Así que cuando leí su historia, pensé, esto es algo extraordinario. Es un relato asombrosamente práctico y genial. Este hombre no está intentando persuadirme acerca de nada. No tiene la necesidad de hacerlo. Está diciendo lo que le sucedió, y lo expresa, no con entusiasmo, pero sí de una manera bastante práctica. No está tratando de hacerme llorar o de que me sienta extasiado. Eso me impactó, y comenzó a forjar mi testimonio, porque pude ver que este hombre estaba diciendo la verdad23.
Entonces, ¿cómo relató José Smith la experiencia de su Primera Visión? Obviamente, esta no es una pregunta simple y la respuesta es igualmente compleja. Pero esto está claro: José se comunicó de una manera eficaz, literaria, personal, institucional, intencional, significativa, honesta, reservada, pública, sincera, auténtica y espiritual. Como resultado, dos siglos más tarde, los relatos que sobreviven de su experiencia de la Primera Visión continúan resonando en todos los idiomas, culturas y oídos atentos.
3 Véase Memoirs of the Rev. James Fraser of Brae, Minister of the Gospel at Culross, como se cita y analiza en Lambert y Cracroft, “Literary Form”, pág. 33. Si bien Fraser identificó ocho etapas en la historia prototípica del progreso espiritual de un peregrino, las exposiciones más recientes las comprimen en cinco etapas. Véase Virginia Brereton, From Sin to Salvation: Stories of Women’s Conversions, 1800 to the Present (Bloomington, IN: Indiana University Press, 1991), 6, citado en Christopher C. Jones, “The Power and Form of Goddess: Methodist Conversion Narratives and Joseph Smith’s First Vision”, Journal of Mormon History 37, no. 2 (Spring 2011): 101.
9 Jones, “The Power and Form of Godliness”, pág. 114.
20 Véase Robert Alter, The Art of Biblical Narrative, rev. ed. (New York, NY: Basic Books, 2011); The Art of Biblical Poetry, rev. ed. (New York, NY: Basic Books, 2011).
21 Lambert y Cracroft, “Literary Form and Historical Understanding”, pág. 32. Para un análisis detallado de la audiencia de los nueve relatos principales de primera y segunda mano, véase James B. Allen y John W. Welch, “Analysis of Joseph Smith’s Accounts of His First Vision”, en Opening the Heavens: Accounts of Divine Manifestación, 1820–1844, ed. John W. Welch, 2nd ed. (Provo, UT: BYU Studies, 2017), 37–77. Véase también, “Episodio 5: ‘It Caused Me Serious Reflection’”, The First Vision: A Joseph Smith Papers Podcast.
22 Lambert y Cracroft, “Literary Form and Historical Understanding”, pág. 38.
23 Arthur Henry King, “Joseph Smith as a Writer”, en Arm the Children: Faith’s Response to a Violent World (Provo, UT: BYU Studies, 1998), 288.